jueves, 19 de febrero de 2009

Inauguración Exposición - 12 de marzo 2009


Jardín de Yegen, jardín de montaña, paisaje de la emoción.


El próximo 12 de Marzo se inaugura en el Espacio de Arte del Hotel Ladrón de Agua la serie de pinturas que nacen en mi jardín alpujarreño de Yegen, “jardín de montaña”.

Cinco de estas pinturas se incluyeron en el homenaje, en 2007, a la poeta granadina Elena Martín Vivaldi, corolas y cinco paisajes amarillos.
Mi jardín salvaje, con ese primitivismo muy bien conservado, se abre al sur del sur y en verano a la salida del sol, miles de estorninos lo cruzan en septiembre antes del cambio de estación, es como si estos pájaros tuvieran grabado un mapa de vuelo que repiten año tras año e incluye el espacio aéreo de mi jardín, me encanta verlos y oír el ruido de miles de alas que se agitan al unísono, sólo quedan los gorriones como dueños absolutos de los árboles del huerto, las golondrinas ya se han ido antes de la última semana de Agosto. Las últimas abejas se divierten con las jedreas y hiedras que están en plena floración. No se ven mirlos. Hemos trasplantado las calas y arrancado todos los bulbos para que pasen el invierno, todavía hay rosas y la camelia japónica sigue floreciendo. Las hortensias, dalias y agapantos descansan tras la poda de todas sus flores. El seto de iris comienza a decaer, comienzan las hojas a doblarse hasta tocar tierra y es el aviso para comenzar a cavar y dejar sólo los brotes fuertes. A las margaritas gigantes le queda una semana antes de podarlas; la higuera nos ha regalado decenas de sabrosísimos higos y el cerezo plantado por el abuelo comienza a vestirse de amarillo muy poco a poco, como de rojo empieza a vestirse la parra de la tapia. Los claveles chinos durarán hasta noviembre. Comienzan a verse, a flor de tierra, los brotes tiernos de las maravillas. Este verano no hemos tenido problemas con el agua y la acequia se ha mantenido cantarina durante todo Agosto.

Acabo de describir el paisaje de mi jardín para esta exposición, ni lo copio ni hago representación de él, sino que lo he mirado intensamente, lo he disfrutado, vivido, me he dejado colorear por él y, ahora, lo presento transformado. No presento un jardín sino lo que me permite estar en él. Me he servido del gesto, dibujo, libre estructura y color y siempre esa línea de horizonte, que cruza todas las pinturas, y que esconde el mar de Poniente. Menciono este mar porque ahí comenzó el 10-4-96 mi serie del Mar de Lezama, hasta el día de hoy. La primera vez que estuve ante el Mar de La Habana fue el 15-7-51, en el Club Deportivo, es una fecha tan misteriosa que siempre que la recuerdo algo se conmueve dentro, no sé por qué. La exactitud de la fecha se la debo a mi madre que escribió el dato en una fotografía que conservo, aunque yo recuerdo perfectamente toda aquella mañana y, a pesar de los muchísimos años transcurridos, vuelvo a sentir el calor del malecón de piedra bajo los pies, el olor del mar y recordar aquel caballito de goma con bandas de colores que llevaba bajo el brazo, hacía tanto calor que casi se derretía bajo el sol. Aprovecho esta ocasión para invitaros a este instante de la mirada, al paisaje de la emoción, en mi jardín de Yegen.

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