lunes, 21 de diciembre de 2015

"EL JARDIN DE GRANADA, la tierra que piso", el balance del año 2015

"EL JARDIN DE GRANADA, la tierra que piso", el balance del año 2015

Vivir en la Alpujarra es una forma de vivir, un estado del espíritu, una manera de vivir echando raíces,"te baste la tierra, ni más ni menos", así me recordaba el verso de un célebre poeta, la inolvidable hispanista belga Elsa Galle-Dehennin.
Yo tenía un jardín en Yegen, una casa alpujarreña, algo parecido a lo que Marlene Dumas o Karen Blixen tenían en Africa,  o Neruda y Bonnard frente al mar o Verdi en Villa Sant'Agata. Siempre hay un lugar mágico y algunos tenemos una jardinera mágica: Mª José, algunas veces entraba, sin hacer ruído, en el estudio y me dejaba un ramo de gladiolos, con una nota, para que los pintase. El huerto lo cultivaba el cuñado con pericia y buena mano.

Poesía y pintura se unieron en este paisaje, mi último paisaje, e hicieron nacer mi obra, cuarenta años pintando allí, en la casa alargada de la plaza y que se abría, al fondo, a un jardín salvaje de casi trescientos metros, digo salvaje porque árboles frutales y acantos junto  a los rosales, peonías, camelias japónicas, dalias, un jazminero, margaritas y agapantos, orquídeas enanas, iris germánicos y los de kaempfer pintados por Monet al borde del estanque de Giverny crecían juntos Todo se entremezclaba y al unísono, sin notas discordantes. Eso sí, la distribución era salvaje, como os he dicho, nada calculada ni ordenada, solo un sendero de tejas de pizarra para poder caminar por en medio de aquella jungla encantada. Al otro lado la antigua acequia de casi ¡dos siglos! haciendo música acuática. Lo que hoy quiero resaltar es la vieja tapia, hecha de tierra prensada y piedras, le falta un lado, se cayó, para completar el rectángulo. Ella es la protagonista del texto del Pliego junto al surco de agua que le besaba los pies cada tarde cuando se abría la compuerta de la acequia para regar el huerto, realmente muy árabe: mitad huerto, mitad jardín.

El huerto con su tapia recuerda a los huertos cartujos que cada monje cuida, como un cartujo laico me he movido en medio de él. La Theoría y la visión de lo divino. Tal cual. Es que "los sueños no saben donde huir", creo que este es un verso de Claribel Alegría, amiga de Juan Ramón Jiménez y una de las poetas mías favoritas. Su antología personal la ha publicado Visor, Madrid 2015. Hay que buscarla.
 
Leí hace años que Miró dejaba sus pinturas en medio del campo para ver si la naturaleza chirríaba con su presencia, si pasaba aquella prueba, la pintura estaba bien. Copié ese "examen" y cuando terminé de pintar las rosas para la exposición homenaje a Dulce Mª Loynaz, "las últimas rosas", basada en uno de sus poemas del mismo título, colgué las acuarelas de las ramas de todos los rosales, el resultado fue que ellos me aprobaron el examen...
Mi pintura echó raíces en la esencia vital de la Alpujarra granadina, la zona media, en un estudio a 1.080 mts de altitud y en línea recta a unos treinta y tantos kilómetros del mar, desde aquella altura podía verse el mar y hasta los barcos petroleros, hoy en día las nuevas construcciones...me han tapado aquella maravillosa vista...que sigo conservando en mi memoria, "cuando aún se podía ver el mar".
Yo no copio el paisaje, es la relación mía con él. Me pregunto: ¿qué haces con el paisaje que estás viendo?, entonces los poetas y la música sujetan mis pies a la tierra que piso. Yo habito en otros y ellos me habitan: esto es un contemplativo que pinta, lejos del populismo global que quiere dominar todos los rincones y que con vanas promesas amenazan velada o descaradamente, según se vea, las intocables libertades individuales o de la síntesis conceptual; los otros me habitan sin distinción. Estoy en un paisaje.  En un texto indescriptible sobre el paisaje,. "Ver un paisaje tal como es cuando no estoy allí..." yo no sé ni puedo, hay que leerlo completo, Simone Weil escribió "a mí no puede revelarme su secreto, demasiado elevado. Váyame yo, e intercambien sus secretos el creador y la criatura...cuando estoy en algún sitio, profano el silencio del cielo y la tierra con mi  respiración y los latidos de mi corazón", está publicado en francés y castellano, en Trotta "la gravedad y la gracia", Madrid 1998. El original "La Pesanteur et la Grace" es de 1947, Plon, Paris.

Sigo los mismos planteamientos que habéis leído en el balance de 2014: luchar contra la dependencia del mercado del arte. Que negocien otros pero no con nosotros. No estamos en esa dinámica. Habrá que respetar a los que quieran entrar en tan peligroso medio...pero habrá otros que seguiremos pintando e intentando exponer en sitios donde no hay mercado, entidades culturales donde no hay ventas. El reconocimiento, ¿tiene interés?, son los destinatarios de tu obra los que te ponen en tu sitio. Ahora copio y suscribo: "el interés como artista lo tienes para tí mismo, cuando al comunicarte el otro disfruta y goza con ello" Blake Gopnik, crítico de Artnet News y colaborador de The New York Times. Concluyo: la marginalidad es bella.

La buena pintura necesita paciencia. Lo supo muy bien, Carmen Herrera, la artista cubana que dijo: "If you wait for the bus, it will come"/"si esperas el autobús, vendrá" por azar encuentra al norte de Londres, la Ikon Gallery, ¿azar o intuición? con 89 años cumplidos, seis décadas pintando para sí misma y sus amigos,  sin un duro, sin mercado y feliz. Era la seguridad de un autobús que daría a conocer su obra. Ahora el MoMa y la Tate se disputan sus cuadros. Sigue sin entusiasmarle el éxito, sigue tan desprendida, austera y feliz como cuando pintaba y guardaba para sí su obra o quizás para privilegiados amigos que tenían acceso a ellas. El peligro nuestro es instalarnos en la que ya hemos hecho, conocemos y divulgamos. Ya sabéis: el peor plagio, copiarse. El pintor no quiere ahondar más y arriesgarse, se gana dinero y, de paso, se supera el miedo al precipicio...
Eso fue lo que Carmen evitó y caminó sin prisa pero sin pausa hacia la plenitud de su arte.
También lo supo, Nasreen Mohamedi, 1937-1990, hindú, nacida en Karachi cuando la ciudad aún formaba parte de la India, descansa en un túmulo junto al mar. Una magnífica exposición en el Reina Sofía,"la espera forma parte de una vida intensa", muy bien comisariada, me ha marcado hondo.
Quiero seguir pintando, a pesar de la mala salud que fastidia un poco/mucho, no sé definirlo mejor.
He terminado este verano las series que me había propuesto. Las del tema de la luz quedan para el próximo verano.
Los formatos grandes de "Los sonidos caligrafiados", los Sept Haikai y las Trois Petites Liturgies de la Presence Divine quedaron terminadas, son el homenaje a Messiaen para este año. La serie de la Puerta de las Musas, también terminadas.
Hoy por hoy no tengo exposiciones previstas.
No pintaré como entretenimiento ornamental aunque creo no haberlo hecho nunca sino como espacio para pensar, encontrarse, discutir y hablar, compartir emociones. Tenemos que atrevernos, ser sensatos, intransigentes y con altura de miras; reivindicar el silencio y la autocrítica como instrumento de trabajo. Los buenos amigos siempre insustituíbles. Su sinceridad no tiene precio porque nos dicen todo... incluído lo que no nos gusta oír.
Sensaciones visuales. deslumbramiento sonoro: aire y luz, vibración óptica por la gestualidad y el color, despojo de todo lo innecesario, ¿contención?, despojo hacia una visión más pura. Destacando lo esencial e intercalar experiencias fenomenológicas no objetivas con la experiencia de un espacio vegetal, en la arquitectura natural de las plantas y el jardín.

Dos sugerencias: buscad el espléndido texto de Leonardo Padura en el diario EL PAÍS, "Toda La Habana desde una azotea", emociona la referencia a José Mª Heredia y "La mujer que llora" de Zoé Valdés, ed.Planeta,Barc.2013, texto revolucionario y una historia que pone a caldo a cierto pintor célebre que no supo respetar la dignidad y autonomía de las mujeres amantes que se cruzaron en su vida.

Pedro Garciarias

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